miércoles, 27 de febrero de 2008

De valor, magia y belleza...

Hoy estoy en la playa en el departamento absolutamente fifón de mi amigo de la infancia Feña. Ha sido una semana de emociones fuertes y estoy aquí en una especie de vigilia, un nuevo retiro. Un tiempo de espera en el cual me vuelvo a sumergir y saco conclusiones nuevas. Hace dos meses atrás era otra persona y la vida ha dado demasiadas vueltas en tan solo una semana. Por otra parte, mis retiros han dado frutos.

Cuando era más niño quería que mi vida diera esos giros sorpresivos y me llenara de encuentros a la vuelta de la esquina como una novela de Julio Cortazar. Mis amigos Bovaristas hacían lo suyo por su parte y generábamos esas ficciones peligrosas dentro de la realidad. Muchas cosas quedaron atrás y no tengo más que recuerdos divertidos de mi snobismo adolescente. Me tranquilicé. No esperé tanta magia de la vida y me alienaba de pronto. Me convertía en un hombre de pasos concretos. Terminaba el colegio y la universidad y seguía los pasos naturales de una persona. Encontrar el amor, vivirlo, perderlo, trabajar, producir, dejar un poco de soñar. No me podía quejar. Las cosas seguían un curso amable y en general no había mayores problemáticas.

Hoy no puedo decir lo mismo…

Las transformaciones se han manifestado, la rueda giró una vez más y de pronto me doy cuenta que los últimos meses atrás fueron una capsula, paralela del tiempo, en la cual tenía que aprender tanto. Ese aprendizaje terminó y después de dos meses que han pasado he regresado al inicio, a mis deseos, a mis sueños y a mi tranquilidad. A esa tranquilidad personal, a eso viseral que me movía, a esos entrañables sueños de hace unos años. Seguía mi vida, entendiendo que solo o acompañado todo daba igual. Que podía vivir mi vida en amor y entrega, ya saciado ese sentimiento de amar que necesitaba para mi vida.

Hoy no puedo decir lo mismo…

La maquina sigue y de pronto chazzz, pum, puaj, crash, ¡¡¡Qué!!! No entiendo nada una vez más. Es como si mis deseos de vivir mi propio “Rayuela” o “El libro de Manuel” se manifestaran justo cuando de snob ya no me queda nada. Y era cosa de cruzar la rue no se cuan chucha a través de Internet y Los Leones con Brasil. Y Cuando menos lo esperas levantas una piedra y encuentras oro o petroleo o mejor aun; ese sentimiento inicial de esperanza y deseos y sueños otra vez.

Que mierda pasa…
Ya, tranquilizate…
Idiota…

No puedo creer que ya estoy saltando como un cabro chico nuevamente. El universo me sorprende una vez más y gratamente. No es posible que sienta de esa manera, una vez más, la añoranza y la guata revuelta y el correr al teléfono y el extrañar. Todo en una fucking semana de las más hermosas.

No se que cresta va a pasar con mi vida. Me retiré para tener claridad y esa claridad fue saboteada nuevamente por la vida, pero ya no me importa. Es imposible saber lo que pueda venir, pero lo que siento ahora lo voy a vivir como nunca. Con toda la paciencia y el deseo del mundo. Con los guiños y reencuentros que la vida pone frente a mi.

El péndulo de la vida, la rueda de la fortuna, el azar y Murphy estás cagados de la risa de mi y para variar me siento como el ser más idiota de la tierra. Como si mi sólo deseo pudiese interferir en lo que está preparado para mi.

No me importa si esto que siento dura una semana más o toda la vida, pero nada ni nadie me va a prohibir seguir adorando este capitulo de la novela que, al parecer, es trascendental en la historia. Lo único que se es que si me fui del mundo dos meses, si tuve mi viaje místico, si me alejé para no seguir sufriendo, si me resigné y opté y decidí y todo se saboteó, sólo fue para poder decir, y sentir, que en este momento de mi vida puedo cerrar los ojos con los brazos abiertos y lanzarme, tranquilo y sin miedo, al vacío.

sábado, 23 de febrero de 2008

La familia de mi madre...

La familia del lado de mi madre es especial. Si la comparo con la de mi padre son absolutamente distintos. El lado Maturana es culto y reflexivo y lleno de carencias afectivas. Por otra parte el familión de mi madre es absolutamente distinto, son más del pueblo y más simples, pero mucho más afectivos y aclanados.

Independiente de cualquier diferencia entre la familia de mi mamá y la de mi papá, las cuales dan lo mismo porque adoro a ambas, no puedo dejar de notar el matriarcado de la familia de mi madre. La historia es algo así por lo que tengo entendido.

Mi bisabuelo político Roberto se casa con mi bisabuela Raquel. Mi bisabuela antes del señor Roberto tenía tres hijas. Mi tía Abuela Norma, mi tía abuela Hilda y mi abuela Raquel. Aparte tenía un hijo, mi tío Pancho. Luego tuvo cuatro hijos más con mi abuelo Roberto. Ociel, Jaime, Lalo y Ninfa. Esa fractura de padres distintos le da color a mi familia. Por un lado, mis tíos por parte del caballero del que nunca se habla y que es mi real bisabuelo, y que murió cuando mis tíos eran muy pequeños, son gente de familia y hogareños. Sencillos y trabajadores como buena gente del norte. Los del lado de mi abuelo Roberto, comunistas y artistas. La mayoría exiliados en Suecia. Varios han muerto ya y muchos de mis tíos poca referencia tengo.

El asunto es que mi abuelo Roberto con toda la prole de hijos se los llevaba a veranear a Caleta Buena. Lugar del cual escribo este escrito en estos momentos y que subiré al llegar a Santiago. Caleta Buena es una caleta de pescadores en la cual habrán unas cincuenta casas, no hay luz (Todo se ilumina con motores y hace unos pocos años sólo con velas), el agua la trae un camión y hay que estar atentos a que no se pase, ya que o si no nos dormimos salados y bueno, la playa y el desierto en un bello lugar a media hora de Tocopilla hacia el sur.

Nada…

Caleta Buena tiene la particularidad de haber reunido a toda la familia desde ese tiempo y por supuesto además de las relaciones entre hermanos, se generaron muy buenas relaciones entre primos. Cada vez que llego a este lugar conozco a algún familiar que no conocía. Me reencuentro con mis primos más cercanos y con mis tías abuelas. Mi abuela murió.

Un solo hombre se encarga de todo en la casa de mi tía Norma. Mi tío Manuel es un hombre de mar. Conoce la playa y el mar y todo lo que sale y entra en él y se desenvuelve en este aspecto como el buen capitán de barco que es. Ya viejo se encarga de todo lo referente a dirigir la casa.

Independiente de mi tío están todas esas mujeres locas y divertidas que son mis tías abuelas y mis tías y mi madre. Mi abuela murió, por lo tanto nosotros tenemos un terreno al lado de la casa de mi tía Norma y mi tía Hilda, que es una sola casa grande partida por la mitad, pero no tenemos casa. Mi tía Norma siempre llora cuando se habla de mi abuela y nada. Las mujeres de la familia son las que le dan el color al asunto. Agresivas, guerreras, peleadoras, fieles y cercanas. Todas con tragedias, todas viven muchos años o mueren muy jóvenes. Todas bellas, gordas, rebosantes de amor.

En mi familia ha habido cuatro Raquel. Mi bisabuela, mi abuela, mi madre y una tía en primer grado. Mi bisabuela murió después que mi abuela, cuando era niño jugaba a las cartas conmigo y yo le agarraba la piel flácida que le caía por la edad, ese es un recuerdo de los más uterinos que tengo… nunca he perdido esa sensación. Mi tía Raquel murió hace pocos años de cáncer, mi abuela murió de un derrame cerebral cuando tenía un año y la única que aun queda es mi madre a la cual, según lo que yo pienso, ha vivido como una mártir la responsabilidad de ser una Raquel en mi familia.

Hoy estoy acá rodeado prácticamente de mujeres y entre su vejez, sus crisis de pánico, sus enfermedades y sus mañas no dejan de refugiarse, como en el inicio, en Caleta Buena. A pesar del dolor y las pérdidas de una familia más que numerosa no dejan de reír y de reunirse y jugar cartas y cocinar y pelar y mandarse a la mierda y llorar y amarse de nuevo. Hoy las veo y las amo yo. Me dan fuerza. Mujeres sencillas y llenas de fuerza y alegría de vivir. Veo a mis primas chicas locas, a mi madre loca, a mi gente cagada del mate y sonrío. Me veo reflejado, veo mi historia, entiendo cosas, de ellos y de mi y la veo crecer verano a verano.

Ya ahora en Santiago y terminando este relato no puedo pensar en nada más que en sus vidas y la historia sacada de un libro. Mi familia no es perfecta, pero todos esos veranos en la playa y la historia que se descubre con cada presencia en ese lugar. Me llenan de amor, me dan fuerza, me cuestionan, me hacen más grande y menos tonto…