lunes, 7 de julio de 2008

La Virgen de Hierro…




Hacia 1610, Erzsébet Báthory, condesa húngara, radicada en Cejthe, asesinó impunemente a seiscientas diez doncellas. El rey Matthias II encargó al poderoso palatino Thurzó, que indagara los luctuosos hechos y castigase a la culpable. Thurzó, tras reunir las pruebas suficientes, condeno a la condesa a permanecer de por vida dentro de su castillo. Se muraron las puertas y las ventanas de su aposento. En una pared fue practicada una ínfima ventanilla por donde poder pasarle los alimentos. Y cuando todo estuvo terminado erigieron cuatro patíbulos en los ángulos del castillo para señalar que allí vivía una condenada a muerte. Así permaneció durante tres años, hasta que finalmente, luego de innumerables negativas, Thurzó accedió a una reunión en su castillo, una reunión donde se harán presentes los representantes del poder, quienes para ella han estado involucrados en el establecimiento de su condición criminal. A medida que transcurre la reunión, un joven cronista registra lo que observa, lo que escucha, para confeccionar el testamento de Erzsébet Báthory,La condesa sangrienta.