miércoles, 28 de mayo de 2008

13/5/2008

Cuando rosaste tus labios con los míos no pude contener mi erección. El solo contacto de tus labios, tu olor a perfume y tabaco y la suavidad de tu piel hacían que la erección creciera, me doliera. Tanto dolor y amor. En silencio, ya que no podemos hacer ruido. No podemos gritarle al mundo. Aun no podemos gritarle al mundo. Gritar mi amor, gritar nuestro amor. Cómo dos quinceañeros que se revuelcan en el pasto del parque Almagro, frente a los niños, los perros y los curaos. Agarrar tu mano en el metro sin tener que esconderlo en el tumulto de cuerpos de la hora peak y darte un beso en el Bravissimo mientras nos tomamos un helado de mouse de manjar con frambuesa. Es injusto, pero ahora no importa. Nadie puede decirnos nada en tu pieza. Los dos, enormes, en una cama de una plaza besándonos y rozando los cuerpos. Cada vez que hacemos el amor aprendo algo nuevo. Me da fuerzas a pesar de que estamos ocultos y nadie puede oírnos, nadie debe oírnos.

Me muerdes y ya no puedo contener el grito. Te saco con fuerza. Te pido que por favor te detengas, que por favor tengas piedad. Si sigues voy a gritar y parece que no te importara, pero te detienes. Lamento que lo hagas. Se que no puedo gritar, se que no puedes seguir. Me encantaría gritar con todas mis fuerzas y que me escuche hasta el vecino. Nos miramos con cara de no importa. Pronto podremos gritar y a nadie le va importar, pero estamos en la casa de tus padres y, ni a los tuyos ni a los míos les gustaría escuchar a su hijo follando con otro hombre.

Dos hombres.
Dos cuerpos sincronizados.
Todo deja de importar. Santificados y profanos.

Tu lengua en mi cuello. Mi boca en tu falo. Pruebo tus fluidos. Oigo tus quejidos. Tu mano en mi culo. Tu barba en mi falo. Mis ojos en los tuyos. Tus ojos en los míos. Me acaricias, me golpeas, me muerdes, me aprietas. Mi barba en tu culo. Mi mano en tu pecho. Tu abdomen en el mío. Tus dedos en los míos. Tu boca en mi falo. Mi falo en tu culo. Tu culo en mi mano. Tu falo en mi culo. Tu oreja en mi boca. Tu boca en la mía. Tu boca en mi pecho. Tu boca en mi boca. Mi lengua en tu axila. Tu brazo en mi cuello. Mi cuello en tu lengua. Tu lengua en mi espalda. Mi lengua en tu pezón. Mi pezón en tus dedos. Tus dedos en mi culo. Mi culo en tu falo. Cinco minutos, diez, veinte, un siglo, una hora, un día, un segundo.

Orgasmo…

Sonreímos. Otro motivo para sonreír. Otra noche a tu lado. Nos dormimos. Nos despertamos. Me debo ir. Apurado. Me ducho. Me visto. Me despido. En tu pieza. Encerrados. Solos de nuevo. Sin que nadie lo vea. Sin que nadie se entere. No importa. Siento el roce de tus labios y soy feliz por diez segundos más. Salimos a la calle y me vas a dejar a la micro. Fumamos y caminamos. Nos reímos. Siempre nos reímos de idioteces. Llegamos al paradero y prendo otro cigarro. Espero que la micro se demore. Nos sentamos, hablamos, nos reímos otra vez. Viene la micro. Apago el cigarro. Te doy un abrazo fraternal y me subo. Me alejo y lo último que veo es tu espalda, mientras te pones los audífonos y prendes un cigarro. Enderezo la cabeza y me voy a mi casa. Aun siento el roce de tus labios en los míos.

5 comentarios:

Alvaro Mangiacavalo dijo...

No sabes cómo te envidio amigo mío.

osonico dijo...

me acabas de sacar 10 mil sonrisas en una sola...


te amo mucho...

Fernando dijo...

=)

siento lo pleno que estas...

queiro verte migui!

un abrazo

GoroCachorro dijo...

que lindo wn..

increible..

la cagò.

besos!

Pedro Rupin Gutiérrez dijo...

Nibaldo, amigo

Nada más que un abrazo grande.

Que sigas siendo profundamente feliz en una de las tantas formas del amor