Te dejo...

Podríamos vernos de nuevo... podríamos correr y abrazarnos... podríamos tener de esos polvos memorables una vez más y de esa manera ser, juntos, ese anestésico masturbatorio que nos dejaba en paz a los dos... Ambos sabemos que en nuestros brazos las cosas no tienen tiempo, no hay futuro, no hay pasado... sólo presente.

Cuantas veces quise, no separarme nunca de esos brazos que me hacían no pensar en nada, ese vacío, esa increíble explosión de ternura y esa violencia que sólo tu cuerpo podía generar en mi...

La felicidad...

Fui feliz... Fui tan feliz... Fui el hombre más feliz... Esa felicidad que sólo entre hombres se puede manifestar... complice... maldito... Solos tu y yo caminamos juntos por mucho tiempo... Las líneas de tu espalda, la carne de los pechos, pelos, olores, sudor, suavidad, golpes, gritos y risa.... tu risa... Cosas que mi cuerpo pide y que me hacen sentir desnudo y perdido...Tu risa... Esa estridente y esporádica risa... Fueron tan cortos esos espacios de carcajadas infinitas... Reir a tu lado era la expresión máxima de la perfección... No eras el señor rudo e intimidador, sino ese niño al que amé tanto... tanto...

Ya no más...
Hoy te mato,
te saco,
te dejo ir...

Te deseo lo mejor... Ya no tengo nada más que pedirte, ya no tengo nada más que llorarte, ya no tengo nada más que exigirte, te dejo con la sonrisa más pura y te deseo lo mejor... Hoy me muero yo también... Nos veremos nuevos... y ojalá, felices... otra vez...